jueves, 27 de diciembre de 2018

Neurotransmisores

Dicen que el estado de ánimo es solo esto. La química de tu cuerpo, que va variando y te complica el sentir. Por eso a veces no te importa ninguna cosa en el mundo y tienes una risa tonta que hace que hasta te avergüences de ti misma. Otras, no puedes ni mirar a los ojos de una persona porque te arrastras por las sombras.

Hay días complicados. Vaya que si los hay. Estás viendo una comedia y tu cuerpo parece horchata. Al día siguiente, quizás llores por todo. Cambios rápidos y desorbitados, sin explicación. No luches contra ello. No se puede controlar. La cuestión es que... las cosas de la vida, por lo general, siguen doliendo exactamente igual con las endorfinas machacándote o desaparecidas. Si un momento precioso no sale como esperabas, la decepción está a la vuelta de la esquina y te la toparás de cara. 

A veces son las personas las que tienen que ser tu química. 

No vale con eso de "se pasará".

Venid. Dadme un abrazo. 
Dime que me quieres de verdad. 
Endorfíname.


viernes, 23 de noviembre de 2018

Visiones.

Me miró como siempre. De lejos, al margen, esperando que yo dijera algo cuando ya lo sabía todo. Hizo un gesto leve con la cabeza, como preguntándome qué pasaba. Miré al suelo y apreté los labios. No quería hablar.

- ¿Cuándo te veré?
- Pronto - dijo él.
- Ha pasado mucho tiempo.
- Lo sé - sonrió. Su sonrisa pequeña, nunca completa, misteriosa. Omnipotente.

Cuando desperté en los túneles de la subrealidad, le seguía echando de menos.

- Tengo que salir de aquí - musité como una revelación.

Una voz en mi cabeza, diría que con cierta sorna, me respondió: "exacto".

domingo, 4 de noviembre de 2018

Dimito.

Golpear la mesa con la palma abierta 2017 veces y que, aunque duela, se termine rompiendo. Es lo que siento que me va a desahogar cuando no consigo sacar ni siquiera 2 palabras bien hiladas de lo que son tus adentros.

Y es que no tengo suficiente con 7 días mal compartidos y otros 24 a saltos de 10 minutos, donde la atención da tumbos por otros lares. Necesito respuestas a mis pocas preguntas directas, para saber que hay algo más que 91 días en visto y 2 palabras repetidas hasta desgastarlas. Así que voy a reducir mi malgasto de energía hasta obtener, no un cambio de personalidad, ni de actitud, sino una apertura en la indiferencia. Quiero creerme que importamos y que el concepto de 1 y medio cobra sentido. 

viernes, 12 de octubre de 2018

Inrecíproco

Cuando se asomó a su mundo, se dio cuenta de que no tenía acceso a la mitad de su realidad.

lunes, 1 de octubre de 2018

Me toca a mí.

- Ya no te quiero.

Lo llevaba esperando meses y, aun así, me petrificó el corazón. Le miré de reojo, pero enseguida volví la vista a la acera, y traté de seguir caminando. "Ahora no, por favor", pensé. Noté que se quedaba parado y tiraba de mi mano. Frené y observé nuestros dedos, aún entrelazados, suspendidos entre nosotros. Exhalé todo el aire que me quedaba en los pulmones, formando una nube de vaho que tembló al salir de mi boca.

- Vale - murmuré.

En medio de la noche, con el frío calando los huesos y únicamente las luces de las farolas alumbrándonos, se quedó callado. Deslicé con cuidado mi mano hacia abajo, para deshacer lo único que continuaba uniéndonos en aquel instante. Fijé la vista en algún punto indeterminado entre su barbilla y el último botón de la cazadora que llevaba, y esperé.

- ¿Eso es lo único que vas a decir? - preguntó.

Me sorprendió que estuviera desconcertado. Él sólo había dicho que no me quería y a mi me parecía más que suficiente. Me encogí de hombros.

- No me quieres - decirlo hería casi tanto como tratar de bloquear mi caída en picado -, y he hecho todo lo que he podido para mantener tus "te quiero". Ya no me queda nada más que ofrecerte.

Alcé la vista el tiempo justo como para ver que sus labios se separaban para replicar algo, pero que después se volvían a sellar herméticamente. Esperaba un gran discurso, lo reconozco. El típico "no eres tú, soy yo", o cualquier otra excusa barata que suavizase un poco el golpe. Pero ahí estaba. La persona a la que quería, con la que quería pasar el resto de mi vida, en blanco. 

Sonreí con tristeza. Lo más duro no había sido eso. No. Una ruptura es solo una instantánea en un álbum que ha ido capturando cómo se apagaba el brillo en una mirada, la ilusión por un "nosotros". El final era solo un diminuto punto en una frase llena de historias. No podía ganar esta guerra. Quizás por eso me alejé tan rápido como me fue posible del campo de batalla. No tenía sentido luchar. Lo último que le dejé susurrar antes de darme la vuelta, fue un "vale", que resonó en la calle como haciéndose eco de mi propia aceptación.

- No, no ha valido. No te he valido - farfullé antes de adentrarme en las sombras de la noche.


sábado, 15 de septiembre de 2018

Solo un ratito.

Creo que hay unos minutos en nuestra vida, en los que las personas buenas nos merecemos poder ser malos. Odiar sin tapujos, tener celos, enfadarnos por injusticias, romper cosas y desear lo peor y, después, volver al cauce de la bondad. Porque oye, a veces ser de este bando es bastante complicado. A veces tanta paciencia pasa factura... Y el mundo es muy jodido de aguantar, sinceramente.


viernes, 14 de septiembre de 2018

domingo, 9 de septiembre de 2018

Sí que importa

En el silencio de mis labios, pero hablando con la mirada, 
sólo te estaba preguntando si al menos a mí me creías. 
Con un poco de lejanía y reposo de las ideas, 
confiaba en que en algún momento, 
no solo quisieras ser mi apoyo, 
sino el de todas nosotras.

Porque cada pérdida importa.
Y no es sólo la estadística inmediata, 
la del zoom al 180% de amplitud en tu pantalla.
Es que la suma de todos los pequeños porcentajes,
convierte la muerte y la violencia en un dato escalofriante,
que arranca el alma a una persona y la vida a los de su alrededor.


jueves, 16 de agosto de 2018

ZERO

Y ahí delante, como hacía 3 años, el muro de cuatro metros me miraba altivo. Era la primera imagen que vi después de hablar con el Oráculo, y era la primera edificación que la subrealidad me mostraba después de su absoluta desaparición. Fue una lástima que todos los lugares que había conocido tuvieran que ser borrados, pero que, sin embargo, los recuerdos siguiesen anclados a mí.

Otra de las cosas que me parecía extraña era que el maldito muro se hubiese regenerado. Allí parada observando las piedras que lo conformaban, me pregunté si sería ese el epicentro de mi propio mundo, sin yo saberlo. En fin. A veces creamos cosas que ni siquiera nosotros logramos comprender del todo.

La verdad es que fijándome bien, no era exactamente el mismo muro que recordaba haber dejado atrás. Estaba deteriorado, como si de 2015 a 2018 hubiera sufrido más que en un espacio al aire libre realista. Las enredaderas eran lo más llamativo. Tuve que escarbar y apartarlas para encontrar la maldita puerta, ese boquete extraño por el que había logrado salir y, cuando dí con él, los laterales estaban tan desgastados como el resto. Me agaché para entrar en cuclillas por el pequeño agujero. Notaba cierta resistencia en el aire, como si no me quisiera dejar entrar. De hecho, la última vez se había cerrado por completo. ¿Qué estaba pasando?

Luché contra la atmósfera opresora, contra la desaparición de la luz. Los sentimientos se iban amortiguando. Respiré. Necesitaba mantenerlos conmigo, me concentré en que no desaparecieran. Necesitaba entrar, y no sabía por qué. No había otro sitio al que ir, todo era Nada en la subrealidad, y yo tenía que seguir el Camino.

Arrastré las manos por el suelo y sentí arena seca, fina, entre los dedos. Avancé a ciegas y, de pronto, noté la humedad del ambiente cambiar. Di un paso más y mi pie quedó colgando. Debía de haber atravesado la muralla. Traté de recordar cómo era el interior, pero mi salida de aquel lugar había sido extraña, sentía la memoria espesa y vaga cuando trataba de crear una imagen sobre el suceso. ¿Había habido alguien allí conmigo? ¿Qué?

Bajé desconcertada del túnel y caí de bruces al suelo por no calcular bien la distancia del salto. No se veía nada y no me gusta la oscuridad. Me levanté apresuradamente y palpé el muro detrás de mí. Pensé en él como el Sur. Traté de avanzar recto, moviendo las manos por delante de mí, procurando no chocar. Mi pie topó con una esquina. Mi mano derecha siguió la pared que había aparecido. Algo tiraba de mí. ¿Dónde estoy? ¿Por qué he vuelto? Estaba haciendo una curva. Noté aire frío en la cara, y de pronto en mi espalda, y rugió y me empujó por un recorrido que no entendía. Se apagó como una llama y me dejó en una sala blanca que me arañó los ojos con su resplandor. Aparté la vista y me tapé con el brazo huyendo de la quemazón, pero como todo en esta vida, te acostumbras rápido a los cambios. Conseguí enfocar la mirada.

No estaba en una sala blanca, me equivocaba. Todo estaba igual de oscuro que al principio, salvo por una extraña mesa en el centro de la estancia, que parecía más bien una cueva dentro de un laberinto. Desde mi perspectiva, sólo veía los pies de alguien que yacía tendido sobre ella, inmóvil. Supuse que tendría que haber sentido miedo, pero estaba vacía salvo por un eco palpitante que había conseguido salvar en la travesía.

Me acerqué despacio y empecé a sentir calor. Rodeé la mesa hasta que pude extender un brazo y tocar el cuerpo que allí se exponía. Mis ojos pasearon por los pies descalzos, los pantalones simples y la camisa blanca. Me paré en el cuello y en un colgante que me llamó la atención sin saber porqué, y luego... vi su rostro. No estaba segura de quién era, pero tan pronto como le vi, mi cuerpo no pudo moverse más. Mi mente viajaba por los recuerdos a una velocidad extraordinaria, buscando patrones, coincidencias, nombres. Una luz en todas esas sombras se iluminó. Arrugué el ceño desconcertada. ¿Estoy en otra vida? Tragué saliva y me di cuenta de que sentía de nuevo, de que el frío se había ido. Acerqué mi mano a la del joven, que parecía dormido, en medio de aquella estancia. Un flash terminó por robarme el aliento.

- ¿Gabriel?

Mi voz sonó rugosa y apagada, como si llevase años sin utilizarla. Rebotó en las paredes del interior del muro y volvió a nosotros. Miré la entrada a la cavidad como esperando que apareciera alguien, pero nadie más habitaba los confines de la subrealidad. El chico abrió los ojos despacio, como si llevase dormido una eternidad. Después los cerró de nuevo y me apretó la mano. Recordé algo.

- Me has dejado entrar de nuevo - musité.

Segundos después, una voz familiar me contestaba.

- ¿De nuevo? - sonaba cansado -. Lo has reiniciado todo. Seas quien seas y recuerdes lo que recuerdes... Nunca sucedió.

Solté su mano al instante.

- ¿Sea quien sea?

El tono de pánico en mi voz debió ponerle en alerta. Miró a su alrededor, miró su mano, la que había estado agarrando, y por último me miró a mí. Se incorporó sobre los antebrazos y yo me fui alejando inconscientemente. Me observaba sin entender mientras yo hacía lo mismo con él, sintiendo que a cada paso que retrocedía una cuerda entre nosotros se tensaba más y más.

- Para - me ordenó, y frené sin rechistar.

No podía respirar. Me quedé inmóvil súbitametne, justo en la brecha entre sentir y no sentir nada. Parecía que de pronto todo iba muy rápido. Las cosas en la subrealidad a veces no funcionaban como era de esperar. El chico dejó los pies colgando de la mesa blanca y bajó, torpe. Acomodó sus pies en el suelo de tierra y vi cómo titubeaba al caminar. Comenzó a alejarse de la luz para venir hasta la penumbra. Se acercó tanto a mí que tuve que mirar hacia arriba.

- ¿Nos conocemos?

Sintió mi dolor. Lo supe por la forma en la que se inclinó de pronto, como si algo le hubiese golpeado. Me miró aún más desconcertado, no por encima. Me miró a las pupilas, atravesó capas y capas de vida. Sintió la conexión. Alargó una mano hacia mí y retrocedí un paso. Su mirada me alertó y me trató de frenar. Supe que si me alejaba más apagaría todo de nuevo. Bajaría los interruptores.

- Déjame verlo.

Levantó las manos en son de paz. Me quedé quieta, temblando, rogando por dentro que se acordase. Que no me dejara sola incluso cuando no recordaba del todo aquel lugar. Se acercó despacio y posó una mano en mi frente. Tras unos segundos la retiró y sentí un chasquido. Cerré los ojos a la vez que él. Sentí el calor. La energía subiendo desde el suelo, utilizando nuestros pies para llegar al cuerpo y canalizarse. Le escuché respirar profundo.

- ¿Una casa añil?
- Sí - y el alivio nos dejó por fin respirar.



No  de

jueves, 9 de agosto de 2018

Futuro pasado.

Hay veces que un pequeño cambio garantiza que todo vaya bien. 
Tener un futuro.

Hay veces que una mala decisión precipita que todo vaya mal.
Tener un pasado.

sábado, 21 de julio de 2018

Still

Si no mueves la cabeza, tus ojos no alcanzan a verlo todo.
Aunque tus otros sentidos te hagan saber que sigue ahí.

domingo, 17 de junio de 2018

Imborrables.

Hay cosas que ya no tienen arreglo y precisamente por eso hacen daño. Porque no se pueden borrar de un plumazo y ya está. Encima, cuando intentas olvidarlas te saludan desde el pasado como... 

"¡Hola! Sigo aquí, tonta del culo. Ocupando mi lugar en la escala temporal de tu vida."

La capacidad de eliminar de la mente sucesos registrados, a voluntad, debe ser un absoluto privilegio.
Sobre todo aquellos que, aunque algunas acciones relacionadas puedan cambiar el giro de los acontecimientos de tu presente, siguen sin arreglarse y arañan aún sin tener las uñas tan afiladas como al principio. 

Jopetas, un poco de piedad para los que recordamos todo.
Nuestro cerebro sí que es "tonto del culo".

domingo, 10 de junio de 2018

Oscilación

Miró el péndulo y pensó que su trayectoria se parecía enormemente a cómo se sentía.
A veces poderosa, íntegra, válida. Otras insuficiente, pequeña y difícil de querer.
En ocasiones segura, confiada e, instantes después, dudosa, con miedo.
Hoy no me van a hacer daño. Sí, sí, seguro que sí.
Superaré el golpe. Me haré invisible con tanto dolor.
Sigo adelante. Me paro.
Verdad. Mentira.
Mejor. Peor.
Presente.
Nadie.

lunes, 4 de junio de 2018

Debe ser la fiebre.

He empezado a imaginarme un futuro precioso, lleno de risas, de pintura en las manos, muebles que mover, espacios que llenar. Me he visto con una vida normal, absolutamente cotidiana, familiar, sin gatos de por medio. Esa "yo" que no existe, me ha sonreído y luego ha seguido acurrucada en el sofá, adormilándose, mientras alguien estaba atento por si quería irse a la cama antes de acabar la película.

Ha sido curioso, no puedo negarlo. Interesante, dadas mis circunstancias.
Pero luego he recordado que esas cosas que se piensan no son algo que podemos escoger y ya está, sino que miles de hilos de vidas que ni conocemos, deben fluir en el mismo sentido para encontrarse con tu camino en el momento oportuno.

Ahora mismo esto no es para mí. Sigo pensando que nunca lo será. Pero me he sorprendido encontrando un resquicio de envidia hacia esa "yo" a la que se le entrecerraban los ojos, en otra realidad.


lunes, 21 de mayo de 2018

Si te hice daño

Hace unos días escribía sobre cosas que recordaba de cuando era muy pequeña, donde destacaban las pérdidas que había sufrido en los primeros (y últimos) años. Hoy me toca hablar sobre la otra cara de la moneda. Vosotros, tú.

En general tengo buena memoria, pero existe un amplio espacio de mi mente lleno únicamente de circunstancias dolorosas. Personas que me han fallado, desconocidos que me han agredido física o verbalmente, comentarios despectivos, acciones calculadas para hundirme, traición. Mucha gente tiene el don de olvidar el daño y pasar página. Lamentablemente no soy esa clase de chica y, de hecho, hay hasta ínfimos detalles de desdén que tengo grabados a fuego desde que sucedieron.

Reflexionando sobre ello me percaté de algo asombroso. Yo no recuerdo haber hecho daño a nadie en ningún momento de mi vida, excepto en una ocasión que en este instante ya está más que subsanada. ¿Tan buena persona soy? ¿A caso he vivido como un ciudadano ejemplar 24 años? Eso quiero creer, pero sé que no es cierto. Porque aunque yo siempre me situaba del lado del que me necesitaba y trataba de mediar en esas tontas peleas de instituto, a veces pasamos por la vida de una persona un solo segundo y la destruimos por completo.

Si yo me acuerdo de todo lo que me han hecho y mis "agresores" sin embargo no, ¿por qué no se iban a acordar otros de lo que les hice yo incluso sin darme cuenta? Algunas de las cosas que recuerdo son ridículas, pero sembraron en mí una inseguridad, incomodidad, frustración tal, que se equipararon a algunos momentos mucho más dramáticos de mi vida. ¿Cómo no iba a existir una persona que me haya conocido, que recuerde algún detalle sobre mí que aún le duela pese a los años?

Y por eso escribo este texto. Si tú, lector, has coincidido conmigo en esta vida y te sientes identificado con lo que digo, perdóname. Ya fuera por mi humor que roza muchas veces los límites, porque fuera dura con mis palabras, porque comentara, opinara, hiciese, te dijeron que dije, puse una cara, porque no conté contigo... lo siento muchísimo.

Creo que nadie debería tener ninguna imagen o palabra tan marcada como para no poder olvidar, y no quiero pensar que formé parte de ninguna de ellas. A pesar de que siempre intentas hacer lo correcto, las personas llevamos mucho pasado a nuestras espaldas y la gente de nuestro presente a veces no ve las grietas. Creo que una disculpa, a pesar del tiempo, puede ayudar a cerrarlas un poco más.

Por último, si quieres hablarme de ello...
Ya sabes dónde encontrarme, pero recuerda que yo también soy de cristal.

sábado, 19 de mayo de 2018

Uno

A penas tenemos una imagen de nuestras espaldas, pero estamos en potencia de vernos por siempre de frente.


Ru

jueves, 17 de mayo de 2018

Perdedora

Cuando tienes menos de cinco años, no sueles recordar muchas cosas. Supongo que yo soy esa clase de excepción que da ganas de entornar los ojos. Me acuerdo de mil imágenes, incluso de gente que dejó de existir cuando yo tenía a penas un año, solo porque me cantaba canciones.

Ayer, reflexionando sobre todo lo que podría contaros de mi pasado infantil, tan difuminado en la mente de una niña pequeña que aún no comprende muy bien el mundo, me di cuenta de algo sorprendente. La mayoría de cosas que recordaba, y con una claridad afilada, era el "haber perdido cosas". 

Por ejemplo:
  1. Recuerdo que mi madre me compró una pelota de goma con una figurita de un animal dentro, que giraba cuando la agitabas, y que un niño más mayor me la quitó amenazándome con ahogarme si no se la daba. Fue la primera vez que me di cuenta de que un sexo tenía más fuerza que el otro. 
  2. Recuerdo también unos pendientes con mariposas rojas y un anillo pequeñito a juego que me habían regalado. Jugando en la arena del patio, el anillo se hundió entre el polvo y nunca lo encontré. Me sentí fatal por decepcionar a quien me lo había comprado. 
  3. Recuerdo haber llevado al cole un libro de una colección de cuentos que tenía, concretamente el tomo de Rapunzel, y que me desapareció, supongo que porque a algún niño le gustó tanto como me gustaba a mí. Aun hay un hueco vacío en la colección, y lo odio.
  4. Recuerdo que una vez un niño se comió mi merienda y se lo tuve que decir a la profesora. Lo solucionó dándome el apestoso sandwich del chico. Yo llevaba toda la hora esperando para comerme mis galletas de dinosaurios.
Creo que esta característica de mi memoria se afiló con los años, porque cuando crecí me siguió pasando lo mismo. Cosa que perdía, cosa que recordaba con una lucidez que me horrorizaba. Además, son memorias que me hacen daño. Haber perdido objetos que me han regalado con cariño, a los que estaba apegada, que me los hayan robado... y lo peor es que también me pasa con las personas, y eso me atormenta. Los sentimientos de pérdida, ligados a imágenes del pasado, son como astillas.


Quizás por eso no debería mentir más y decir que se me olvidará esto o aquello.
Cuando dejo algo atrás y no me parece correcto, no puedo hacer que desaparezca de mi mente.
Nunca he podido.
Vaya forma de masoquismo.

domingo, 13 de mayo de 2018

Caca seria 5.0

¿Cuánto tiempo tarda la gente en olvidar? ¿Y en cambiar? Veo cada día a más personas investigando el pasado de quien siguen, sacando punta a ese comentario que en su día era un chiste fácil y ahora es ofensivo. Me da asco. Linchando, acribillando, hundiendo a alguien que normalmente ni siquiera recordaba haber hecho, dicho, pensado, eso. Alguien acabado por una personalidad que en algún momento fue suya, gracias a otro alguien que mandó a la Horda de la Justicia tras descubrirla. Da igual que pidan perdón, que su trayectoria haya sido impecable. Es su fin.

He de reconocer que también hay otros "alguien" que sí que recuerdan. Recuerdan perfectamente. Saben el error que cometieron, el dolor que causaron, que lo repetirían y que te lo dicen sin titubear. Incluso a veces no son capaces de predecir si volverán a herir a otros, como si no estuviera de su mano. Lo dejan ahí, como en una duda. En plan... "según me dé".

Ahora, vuelvo a las preguntas de arriba. ¿Cuánto estimáis que tarda una persona en cambiar? ¿Damos un voto de confianza a todo el mundo hasta que vuelva a pifiarla? ¿O mejor ponemos una caducidad a las equivocaciones? ¿Hay una franja temporal donde un error queda obsoleto? "Han pasado 10 años, es pasado".  "Fue hace dos semanas, quemémoslo". "¿Hace cuatro años? ¿Es una entidad famosa? Entonces a por ella".

¿Mejor así? Qué buscáis, explicádmelo. ¿Qué es lo que importa de verdad en todas estas mierdas que salen a la luz para destripar a la gente normal y corriente? ¿Qué te autoriza a ser el verdugo de todas ellas? ¿Tu historial está limpio? ¿No sabes? Ah, que hace mucho que no miras las publicaciones que hacías en Facebook hace 6 años, que no te enfrentas a la chica a la que acosabas en el colegio, que no tratas de robar nada de la tienda de la esquina, que no escuchas chistes morbosos de los que reirte.

A lo mejor todo se reduce a dejar de ser un cordero que mira y copia al de al lado, y de admitir que lo que nos falta es criterio propio para entender de una maldita vez que no todas las situaciones, hechos, ni seres humanos nos parecemos ni un poquito.

"Eh, mira. Alba está linchando a los que linchan. Vamos a linchar a los que linchan también". No, cielo. Eso es lo que te estoy tratando de explicar. Coge esta "Caca seria 30242930" y hazla tuya. Ni se te ocurra seguirme. A la hora de juzgar al de al lado, no hay patrones que valgan.

domingo, 29 de abril de 2018

Expectativas vs Realidad

Le vi llegar sobre su corcel blanco y descender la colina despacio, erguido, mirándome fijamente a los ojos. Se pasó la mano por el pelo y cogió de nuevo las riendas con elegancia, avanzando hasta donde yo estaba parada, mirándole perpleja. Cuando pude distinguir su torso dorado por el sol a pocos metros de mí, me sonrió galante. De pronto giró de golpe y cambió de rumbo. Avancé un paso desconcertada. Cuando el caballo me dio la espalda, dejó una caca en el jardín, y el tío se fue trotando y descojonándose de mí hasta los confines de la eternidad.

sábado, 28 de abril de 2018

Cuerpo a tierra

A veces el aire se me atragantaba y me quedaba varada en el camino. Con los brazos abrazándome y la frente sobre la arena mojada, me quedaba arrodillada y encogida bajo la lluvia como esperando la redención. Al rato me incorporaba, ya herida de gravedad, y dejaba que las nubes me lavaran la cara e hicieran desaparecer la consciencia de que también lloraba. Miraba al frente aun sentada sobre mis talones y apretaba mis manos sobre el regazo.

No quería seguir caminando. Esa era la realidad. Quería quedarme ahí, hecha una bola, mientras los fantasmas del pasado narraban mi historia y otras muchas con las que se había entrecruzado, hasta dejarme atontada.

De pronto recordaba que si quería escribir nuevas tramas tenía que seguir adelante, y sentía mis pies moverse para impulsar mi cuerpo titubeante sobre la grava. Una vez recorrida la senda, sabía que sólo quedaba confiar en que los mejores cuentos prevalecieran sobre los que necesitaba borrar de la mente, para dejar por fin de caerme durante la travesía.

martes, 24 de abril de 2018

El ciclo.

Barro en las manos.
Bajo las flores la tierra hace que, poco a poco, la realidad se olvide de que exististe.

lunes, 23 de abril de 2018

Reanimar

Lo levantas con cuidado y parece vivo.
Pero da igual que trates de que respire, porque ya no está aquí, ni te está mirando.

domingo, 22 de abril de 2018

Emuná

Mira el horizonte y cruza los brazos frente al pecho. El sol por fin se deja ver entre las nubes. La primavera ha empezado a hacer mella en el paisaje y, bajo el acantilado, las flores comienzan a ganar la batalla a los tonos rojizos de una tierra casi desértica. A lo lejos, un grupo de aves de gran envergadura se pelea por el pico más alto de la escarpada montaña, donde pretenden hacer nidos seguros para las crías, y las sombras se esconden de la luz. Amanece en la subrealidad, en un paisaje remoto que ni siquiera ella sabía que existía hasta hacía unos meses.

Se da la vuelta y entra en la tienda de campaña. Comienza a recoger con anhelo las pocas cosas que le quedaron después de que la cabaña del lago se redujera a cenizas. Minutos más tarde, contempla el mismo paisaje ya con la mochila a hombros y su casa temporal convertida en palos y tela. Estira la espalda dolorida y toma aire. El camino es cada vez peor, pero cuando llevas mucho tiempo andando por un terreno inestable, te acostumbras a estar siempre atenta a las posibles caidas.

Pone un pie en el sendero que se pierde cortado abajo. Se aprieta las vendas de las manos y comienza a descender. "Socorro", piensa a veces. Ya sabe que aunque grite no la van a escuchar, así que se ha acostumbrado a hablar mentalmente. "El pie derecho más arriba. Esa roca está suelta". Pero sigue avanzando.

Al atardecer, los músculos protestan y el estómago ruge pero, sentada en un saliente del acantilado, ve su objetivo. Allá donde las llanuras comienzan, una brecha extensa y sinuosa ha comenzado a dividir el terreno en dos. Al fondo de la gruta, brilla la aguja que corona la cúpula de El Oráculo. Sólo se vislumbra durante un segundo, pero es suficiente. Se aprieta los cordones de las botas y sigue bajando.

Él dijo que se volverían a encontrar tarde o temprano, pero necesita darse prisa. No puede esperar más tiempo por respuestas.


viernes, 20 de abril de 2018

Distancias

Es solo que echo mucho de menos. 
Y que siento un boquete dentro de mí.
Por eso me gustaría que el poco tiempo que tenemos, 
lo aprovecháramos en nosotros.

jueves, 12 de abril de 2018

Pócimas de alivio.

Tensión repentina y resaca por imaginar de más.
Bebo de un agua que parece que a la mínima se va a contaminar.
Pagaría por un somnífero lleno de  pesadillas a cambio de un jamás,
Si un vendedor cuentista me prometiera que esto se va a terminar.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Quemaduras

Sigue doliendo. 
Voy a quemar los papeles que ahora mismo forman una montaña deforme e inestable. Algunas hojas garabateadas lamen el suelo y cierro las ventanas con furia.
"Estados quietas, estáis condenadas a desaparecer." 
Me agacho y las recojo, y las arrugo sin querer mirarlas, mientras el oxígeno se agota porque ya no corre el aire y los músculos se me tensan cuando los pies me alzan para recolocarlas en la cima del montón. 
Y entonces prendo la cerilla y la lanzo, y me quedo tanto tiempo contemplando cómo se consume mi vida que me termino quemando, y es la herida la que ahora me acompañará, negra y solitaria, mientras avanzo entre las cenizas. Ellas se transformarán en otras miles de cosas que mi imaginación no alcanza a vislumbrar, pero ya nunca serán las que fueron antes de yacer junto al tiempo que he agotado, y esa idea me atormenta.


miércoles, 14 de marzo de 2018

La tendencia.

Y cualquier paso nuevo que das, acaba en lágrimas incrédulas.
Y te piden perdón.
Y tú ríes mientras lloras y niegas, y te llevas las manos a la cabeza.
"No lo entiendes".

miércoles, 7 de marzo de 2018

Huelga feminista. 8 de Marzo.

Mañana voy por mujeres como Christina Grimmie*. No puedo olvidar.

Voy por mí misma. Porque estoy agotada de tener miedo. De no poder sentirme segura en casi ningún sitio. De que un "no me toques" nunca sea suficiente.

Voy por las chicas que conozco y las que no conozco, de cualquier raza, creencia y país. Para que jamás se sientan menos y dejen sueños atrás por las obligaciones impuestas.

Voy también por un hombre. Mi padre, que no tiene por qué quedarse despierto de noche y preguntarse cada día si llegaré a casa o no, ni asegurarse de que me acompañan hasta la parada del autobús, hasta mi puerta, hasta un lugar seguro.

Pero también voy por mis amigos, los que siempre SIEMPRE se han comportado con infinito respeto y amor, los que me han tratado como a una igual sin tener que explicarles nada, pero de los que desgraciadamente, muchas mujeres tendrán miedo casi por inercia.

Voy porque es una lucha justa. Porque mi vídeo "Baches cansados" es una realidad que vivimos miles de mujeres cada día. Porque no estoy aquí por un regalo, por mi cuerpo ni mi cara. He llegado hasta el día de hoy con mi esfuerzo. Sobreviviendo. 

Y me lo merezco.

*He hablado poco en mis redes de lo mucho que admiraba a esta chica. Creo que es hora de hacer un pequeño vídeo explicando algunas cosas sobre la búsqueda de la igualdad y sobre lo que Christina significó para mí a lo largo de mis primeros años en Youtube. Para quien no sepa quién es, era una de las mejores artistas que compartían contenido musical en la plataforma. Tenía mi edad. Crecimos juntas. El 10 de Junio de 2016, Kevin James Loibl, un hombre obsesionado con Christina, la mató a sangre fría con 5 disparos mientras firmaba autógrafos tras un concierto en Orlando. Ella había por fin alcanzado sus sueños, y la violencia machista se lo arrebató todo en un segundo. Jamás me olvidaré de ella y de su voz.

miércoles, 28 de febrero de 2018

El pozo sin fondo.

Qué cuesta abajo tan interesante y tan eterna.
A lo mejor me tiro rodando, descubro dónde está el final... 
y a ver si así puedo comenzar a subir de una maldita vez.


sábado, 24 de febrero de 2018

Páginas.

Y coge las maletas y sale por la puerta silenciosa, con la noche lamiendo sus huellas. Cierra tras de sí y llega a tocar la pequeña puerta de la valla antes de escuchar su voz.

- ¿A dónde vas?

Se queda quieta. sonría triste, pero no se da la vuelta. Su mano se cierra segura sobre el pomo y la verja chirría. No dice nada.

- Sabes que no puedes ir a ningún lado.

Le mira con calma, porque está por fin tranquila, porque ya no va a estorbar más.

- Gracias por todo. Sé muy feliz - sonríe levemente y se despide con un gesto de cabeza.

El camino es pedregoso y las ruedas de la maleta traquetean mientras la arrastra. Pesa. Cuanto más avanza más cuesta guiarla. Pesa cada vez más. Suspira y la suelta. Se quita con tensión el bolso y el abrigo. Los zapatos. A penas hay luz, pero la presión vuelve a agobiarla. Lo tira todo y de pronto la rabia vuelve y patea las cosas. Las aleja de sí. Se queda en medio del camino con los brazos a los lados del cuerpo, parada, descalza. Alza la mirada buscando un poco de luz.

La casa está lejos y, sin embargo, él sigue en la puerta. Se miran. Pero todo se ha vuelto de papel. Todo son hojas una detrás de otra, formando ventanas, ladrillos y tejado. Cimientos de papel, columnas de papel, miles de hojas que serán esparcidas por el viento y que comenzarán a construir, poco a poco, casas que, desgraciadamente, ya no serán suyas.

miércoles, 21 de febrero de 2018

sábado, 17 de febrero de 2018

Distráete

Y cuando ya no queda nadie, y no hay luces en las ventanas, y no hay pisadas sobre la tarima, y no hay gritos, alarmas, motores o risas, mira al rededor y suspira. Se le viene encima la realidad en ese silencio tan opaco, que aumenta la gravedad. Contiene el aliento y encuentra resistencia al tragar, y su atención se fija sin quererlo en su interior, en su estado de ánimo, en sus anhelos y en sus miedos. Trata de encontrar un camino de huida, pero todo se torna más oscuro, porque cuando ya no puedes fijar la mente en algún humano que casualmente está contigo en el vagón del metro, en la acera de camino a casa, en la cola del café, entonces es cuando te tienes que enfrentar a ti mismo.

No todos estamos preparados para hacerlo. Esa joven que se sienta en el suelo y al cabo de dos minutos termina tumbada sobre él, comienza tanteando el presente, pero no se queda ahí. Empieza a bucear por su realidad inmediata y termina ampliando su análisis. Y entonces llega el agobio, el mal cuerpo, las nauseas. Y ya no percibe sólo su situación. Encuentra los rotos de las historias de su alrededor. Visualiza las cosas que están mal. Porque tienen que estar mal. ¿Verdad? Y tiene que hacer algo. Se desespera. Hay cosas que no deberían ser así. ¿Por qué no hay nada en su sitio? De pronto ha retomado una historia del pasado que claramente se escribió mal, y que siguió un camino que no debía de ser el correcto. Se tensa. Tiene que hacer algo. No es justo. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Quién mueve los hilos? La vía para solucionarlo existe pero es escabrosa. ¿Si elige esa opción puede arreglarlo? ¿Y si dice esas palabras que...? ¿Y si...? Todo está mal. Mal. Mal. Mal. El puzzle no encaja, mierda, joder ¡¿qué se supone que deb...?!

Silencio.

Algún reloj en un cajón está haciendo ruido y no se ha dado cuenta. Gira la cabeza. Quizás viene del piso de abajo. Mira al techo. En el suelo se está bien. La lámpara no alumbra mucho. El techo tiene una mancha de la pintura que corresponde a la pared. Suspira. Roza con las yemas la tarima. Hay pequeños huecos. Quizás se cayó algo aquí, o los tacones de mamá rayaron el suelo. El cuadro de la pared está torcido. Hace tiempo que no ve a esa chica de la foto. Se toca el pelo. Debería cortárselo.

Silencio.

Los engranajes invisibles chirrían, pero los ignora. Aunque no haya humanos en esa habitación, a veces se distrae con las cosas pequeñas. Porque ya se sabe de memoria las vías de escape. Porque si no consigue frenar a tiempo los trenes, unos se chocan con otros.

Silencio.

Algo duele.
Pero como está siempre ahí se termina acostumbrando.
Se incorpora y coge un libro.
Distráete.
Y las primeras palabras que lee hacen suficiente ruido.


lunes, 22 de enero de 2018

Little wish

Que me pueda saltar ocho capítulos hasta el final de esta trama, y que cuando le dé a "play" tenga amnesia.

viernes, 19 de enero de 2018

Anestesia

Una tregua para siempre. Misericordia para los heridos y tiritas para los que están solos. Nos cogen la mano y cantan una nana, y por dentro nunca dormimos, sino que esquivamos balas. El rezo de un desconocido y un caldo caliente para el frío, pero el amén no funciona y el frío es perpetuo. Bandera blanca.




#GarabatolvidadoConVoz: https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=xT3ZX57n4AA

jueves, 18 de enero de 2018

Toxicidad.

Y cuando me tumbé en la hierba con los brazos extendidos, 
creé un ángel de cenizas en un campo verde.

domingo, 14 de enero de 2018

viernes, 12 de enero de 2018

La personificación de un sentimiento

- Hablemos claro- me dice mientras junta las manos frente a los labios y se inclina sobre la mesa que nos separa.

"Tan directo como siempre" pienso, mientras le sostengo la mirada sin mostrar un ápice de emoción en el rostro. Llevamos media hora sentados uno frente al otro, comiendo en silencio, midiéndonos... sabía que aquella batalla tenía que acabar tarde o temprano y, como era de suponer, no había sido yo la que me había dado por vencida. En cuanto él lanzó su servilleta sobre la mesa, supe que había ganado el primer asalto. Me limpié la boca con educación y doblé la tela con parsimonia, dejándola al lado de una copa de vino intacta. Sabía que esas cosas le irritaban. Mi calma, mis gestos mecánicos... mi máscara.

- Voy a estar aquí para siempre. Pisándote los talones, acechando. Cuando creas que me he ido, apareceré ahí, en tu mente, en tu corazón. - me señala y su dedo me sentencia. Comienza a elevar el tono, aun firme, calculador, gélido-. Cuando respires y notes agujas seré yo. Cuando finjas delante de otros que no existo me estarás sintiendo, muy frío, en las manos. No puedes escapar de mí.

Miro sus labios apretados, sus ojos negros, sus manos arrugando el mantel. No digo nada. No entiendo por qué el cristal de las copas no se resquebraja. Tengo que aguantar. Ladeo la cabeza mientras deslizo la mirada por su traje, la corbata perfectamente anudada, la flor marchita en el bolsillo. Me pregunto si alguien más puede verlo. Golpea con furia la mesa y me yergo en la silla.

- ¡¿CREES QUE PUEDES IGNORARME?! Esto no es nada, ¿me oyes? No sabes hasta dónde puedo llegar - se levanta como un resorte y barre los platos con el brazo. Todo estalla contra el suelo. Casi a punto de rozarme la cara, baja el tono hasta crear un susurro envenenado -. ¡REACCIONA! Jamás podrás huir, porque estoy atado a ti, porque sin mí no eres. Nunca has sido.

Y noto que se apartaba de mí, y logro enfocar la vista hasta las puertas del local, que giran pese a estar vacías. Me quedo petrificada un instante, pero de pronto ya está aquí. Me encojo sobre mí misma y saco las manos de debajo de la mesa, temblorosas. Con la frente apoyada en el mantel teñido por el vino, me permito respirar. Sé que tiene razón, y que nunca podré hacer nada al respecto.


martes, 9 de enero de 2018