lunes, 28 de agosto de 2017

Transicionar

Hacía frío. No había viento, ni lluvia, ni nieve, pero el ambiente era tan gélido que el vaho nacía en su boca y acariciaba el techo antes de disiparse. La taza de té quemaba entre las manos, pero aun así era un consuelo sentir algo.

Se escuchó cómo un árbol quebraba en el exterior y caía a peso, mitad en el suelo rojizo que conformaba la ladera donde se asentaba la cabaña, mitad en el lago, que a pesar del clima no congelaba sus aguas. Quizás era una buena oportunidad para conseguir madera, pero algo en el interior de la joven sabía que la chimenea no se encendería, ni ninguna vela, ni ninguna luz. Dio un sorbo tranquilo y ocultó más las manos bajo la manta sin apartar la vista de la puerta.

El Mal siempre hacía su entrada en los momentos más desesperados.
Necesitaba paciencia.
Paciencia.

domingo, 6 de agosto de 2017

Desdobles

Llenó el cuenco de agua y comenzó a regar con cuidado las plantas de la cabaña. Fuera, el viento soplaba con insistencia y balanceaba los árboles del bosque, obligándolos a postrarse ante él en ángulos extraños. La superficie del lago formaba pequeñas olas, algo inusual en aquel lugar. La mente de la joven que habitaba ese refugio era un caos. La frustración que arrastraba se transformaba en una gran tormenta en el exterior, y cada ser y habitante de la subrealidad sentía inquietud por los cambios que se percibían en el horizonte.

Con un suspiro resignado, terminó su tarea y depositó el cuenco en un estante. Apoyó las manos en el alfeizar interior de la ventana y, con el ceño fruncido, examinó la línea de árboles más próxima a la casa. La lluvia comenzó a repiquetear en el cristal, pero sus ojos seguían buscando algo entre la danza de las ramas.

Hacía días que sabía que alguien había entrado a la subrealidad. No sabía quién era, y puesto que ni siquiera ella misma tenía claro cuáles eran las normas de aquel lugar, suponía que la propia dimensión en la que se encontraba había creado otro personaje para dar forma a una nueva historia. Tensó las manos y se obligó a separarse de la ventana. Sentía que la observaban, pero no lograba encontrar la procedencia de ese exhaustivo estudio. ¿Cuándo se dejaría ver?

La puerta tras ella se abrió de golpe con un quejido grave. Sobresaltada, se apresuró a cerrarla antes de que el agua y el viento hicieran mella en la decoración. Antes de girarse, notó cómo el vello de la nuca se le erizaba.

- No soy quien buscas - dijo una voz.

- Entonces, ¿por qué no eres capaz de dejarme en paz?

Se giró despacio, justo a tiempo de ver cómo una joven de ojos claros y melena larga y rubia, se sentaba con parsimonia en su sofá.

- Haz el favor - dijo la chica, señalando una butaca a su lado, y esbozando una sonrisa torcida y tensa-, tenemos que solucionar esto...

- ...antes de que Él venga - dijeron al unísono.

No era la primera vez que escuchaba esas palabras. Hace mucho, mucho tiempo, mientras bailaba con alguien, otros labios las habían pronunciado. Algo en su interior se retorció y la hizo arrastrar los pies hasta el asiento. Se apretó el puente de la nariz mientras cerraba los ojos y tomaba aire con lentitud. Después apoyó los codos en las rodillas, e inclinada hacia su proyección, alzó la mirada.

- Terminemos con esto de una vez - dijo justo cuando en el exterior, un relámpago destrozaba a la oscuridad.