sábado, 29 de agosto de 2015

El objetivo.

-Pienso que estaba un poco borracha. Ella no suele beber, créeme. Con una copa ya está contando chistes malos y haciendo el ridículo cuando suena una canción famosa. Si no estaba con el alcohol ya en vena o se había esnifado algo, no me lo explico, de verdad tía. Estaba con nosotros y de pronto, se fue directa hacia el camarero y le dijo que era un hijo de puta. Así, tal cual te lo cuento. Dio un golpe sobre la barra con el vaso ya vacío y lo gritó: "¡ERES UN HIJO DE PUTA!".

>>Sí, sí. No me mires así... Todos se quedaron sorprendidos.  El camarero miraba a todas partes con los ojos como platos. Los que estábamos en la fiesta fingimos que no pasaba nada. Ya sabes, no se ve todos los días a alguien haciendo una locura como esa, pero tampoco queríamos problemas. Por poco no la sacan fuera del local por alborotadora. Claro que después lo comprendí todo. Lo entendí TOOOOODO hermana. Mientras la gente se giraba desentendiéndose, yo seguía observándoles, perpleja. Entonces el camarero miró a los lados y, cuando creyó que nadie le veía, sonrió y le tendió una servilleta con un número escrito a boli. Vaya perra. Esa sí que sabe hacer apuestas.

lunes, 24 de agosto de 2015

Carnaza.

- Lo dejo.

- ¿Cómo que lo dejas?

- No quiero actuar más.

- Sales a escena en media hora.

Me encogí de hombros y le sostuve la mirada. Ella gruñó. No dijo nada, lo que evidenció que había conseguido cabrear a una persona en menos de un minuto. Se inclinó en su mesa y buscó en los cajones. Me plantó mi contrato en la cara.

- Aquí te comprometiste a ello.

- Me descomprometo.

- Eso no es posible.

- Mire... usted no lo entiende. Esto me consume. No puedo seguir, yo... - el deslizar de su silla me interrumpió.

- Ven conmigo - y salió de la sala.

Caminamos hasta atravesar despachos, salas de reunión y camerinos. De pronto me encontré entre cajas, entre dos de esas cortinas inmensas que guardan los laterales de los escenarios. Me tomó del hombro y me hizo inclinarme hasta asomarme. En la parte de atrás, me vi a mí misma proyectada en varias imágenes de diferentes etapas de mi vida. Al frente, miles de fans vitoreaban, esperando con ansia que empezara el espectáculo.

- Todas esas personas, caras pintadas, camisetas con tu nombre, pancartas en mano, han pagado por estar aquí y te aguardan. Son tu público. Te esperan.

- No me esperan a mí. Esperan cosas de mí.

- Todo el mundo espera cosas de ti, pero un público siempre viene a disfrutar, no a juzgarte.

- Eso es lo que cree... - sonreí triste- pero el más mínimo error te lleva de la cima al infierno.

- Solo son humanos, chiquilla- susurró mientras admiraba a la multitud, pero donde ella veía caras entusiasmadas, yo solo atisbaba las fauces de miles de cocodrilos esperando el mínimo despiste para dejar de sonreír.

domingo, 16 de agosto de 2015

Hum

Decían que iba a nublarse, y los pájaros susurraban.

Decían que iba a nublarse, y los árboles temblaban.

Decían que iba a nublarse, y las aguas helaban.

Decían que iba a nublarse y los cielos, de pronto... lloraban.

#GarabatolvidadoConVoz: https://www.youtube.com/watch?v=ev0JJYzJIk8

sábado, 8 de agosto de 2015

Inalterable.

Sentada en una esquina de la cama, pensé que si me concentraba podría llegar a alguna conclusión. Permanecía quieta, con los ojos fijos en la nada, para contrarrestar el caos que me rodeaba. Los pensamientos que me taladraban la mente tenían sus consecuencias. Les planté cara. Mi corazón iba demasiado deprisa para no estar haciendo nada. Intenté respirar con normalidad. Ordené a mi cuerpo que parase de temblar, pero la ansiedad tiene llaves de las que nadie sospecha. Cuando el oxígeno se da demasiada prisa en visitar los pulmones, el mareo repta por tu columna y te agita las ideas. El bombeo de la sangre ruge. Notas la inclinación de tus piernas, preparadas para ayudarte a huir, y también la garganta tensa para hacer más fácil que pidas ayuda. El ataque era fuerte, pero esa vez no me moví. Podía visualizar mi interior como un bosque siendo agitado por el aire frío. Como el suelo recibiendo rocas que caen por la ladera. Como el temblor que produce un tsunami al llegar a la playa. Dejé que me golpeara con todas sus fuerzas. Ni siquiera grité. Lo recibí una y otra vez sin apartarme y, al cabo de incontables días de enfrentarme a él, dejé de temerlo. Comprendí que siempre sobreviviría.

#GarabatolvidadoConVoz: https://www.youtube.com/watch?v=XTFpjfdgzj4

El Test de Rorschach

Naufragio de tinta roja en mis dedos.  


Gotas carmesí sobre el mantel blanco, clamando victoria.

Dibujos densos como lava, cabalgan mesa abajo y rugen. 



Aúllan como el cadáver que pende de la lámpara que nos alumbra. 



viernes, 7 de agosto de 2015

Los pilares.

- Lo siento mucho.

- No tienes que disculparte -contestó mientras me acariciaba el pelo.


Suspiré. Cerré los ojos mientras sus dedos se perdían entre los mechones y jugaban con ellos. A veces sentía el calor de su palma rozando mi mejilla y una tranquilidad espesa reptando por mis piernas.


- No debería haberme ido - murmuré.


- Tenías que irte.


- Eso pensaba. Pero no es verdad - me giré para mirarle y subí las piernas al pecho. Acaricié la almohada mientras una sonrisa fugaz brillaba en su cara -. ¿Qué?


- Tenías que irte, y me alegra que lo hicieras. Te estabas ahogando aquí dentro - señaló la habitación.


Pensé que tenía razón. Recordaba cómo me había sentido antes de desaparecer, la tirantez en cada movimiento que hacía... la soledad. Pero también sabía que algo había quedado incompleto en mí desde aquel entonces. 

Eché un vistazo a mi alrededor. Flashes de una sala vacía, con una sola bombilla titilando en el techo, vinieron a mi mente.

- No es como lo recordaba - susurré.


- Ahora soy el único que permanece aquí. Mi percepción de tus reinos nunca fue la de ruinas, salas inhabitables o grutas sin salida. A mis ojos brillaban- dijo mientras se encogía de hombros. Sentí la sorpresa agitándome el pecho mientras le escuchaba -. Esta realidad se transforma a placer del visitante. Fíjate.


Señaló un punto en la pared. Me incorporé levemente y mantuve la vista fija en el papel pintado que ahora recubría la sala. De pronto, una bruma negruzca comenzó a brotar de la pared. El dibujo comenzó a desmoronarse ante mis ojos, como polvo siendo arrancado por el viento. Quedó a la vista la pared de ladrillo que tan bien conocía. Una mano pasó ante mis ojos y los ladrillos volvieron a quedar cubiertos de un color tan brillante y vivo que me emocionó.


- Todo es cuestión de perspectiva - musitó él con cierta pesadez en la voz. Comenzó a hacer círculos en mi pierna, de pronto distraído en pensamientos que supe que no podría alcanzar.


Dejé que el silencio transmitiera los mensajes que nos callábamos. Sensaciones vivas y cálidas que nos acompañaban en cada encuentro. En ese breve espacio de tiempo, mientras el joven, seguramente, traficaba con algún recuerdo, indagué en mi interior para averiguar qué era lo que siempre me traía de vuelta, incluso después de meses y años, a ese mismo lugar. Notaba el reflejo del miedo y de la ira en algunos rincones. El odio en las esquinas. Tristeza en la luz que mis ojos veían atravesando los ventanales, pese a las capas de  belleza que mi compañero había depositado en ese rincón. Observé su mano, aún dibujando cosas sin sentido sobre mi pantalón. Los ojos entrecerrados típicos de quien está demasiado lejos como para reparar en tu presencia. Sonreí.


- Te echaba de menos.


Él alzó la vista. Vi a cámara lenta cómo sus ideas se evaporaban mientras su atención afloraba a la superficie, como quien toma la primera bocanada de aire al salir del mar. Permanecí en silencio hasta que la comprensión brilló en su mirada y su mano paró su recorrido.


- No es lo mismo sin ti... y sé que no puedo llevarte conmigo. Ya lo he intentado otras veces. Siempre te quedas atrás y tengo que venir aquí a encontrarte de nuevo. A encontrarme. Es un bucle del que no puedo salir - expliqué, y vi como en su rostro iba naciendo la ternura.


- La vida misma es un bucle. El infinito es un bucle. Principios y finales una y otra vez repetidos por la eternidad. Hay bucles que es mejor no romper, sobre todo si son los que te hacen ser quien eres.


Negué mientras bajaba la mirada y me contraía más sobre el colchón. Noté cómo se hundía mientras él se elevaba y se ponía a mi espalda. De pronto estaba rodeándome como otras tantas veces, cuando no sabía qué hacer. Respiré profundo. Era reconfortante sentirle.


- Ni siquiera sé quién soy - noté su boca en mi nuca, riendo suave. Siempre reía porque siempre sabía más cosas que yo... pero lo dejaba estar.


- Quién eres no es lo que haces, ni lo que vistes. Ni siquiera cómo te comportas. Hay algo constante en las personas, mucho más profundo y visceral que todas esas banalidades a las que damos importancia. Puedes parecer muchas cosas, pero desde que comenzaste a registrar recuerdos has sido una sola. Como tu nombre - notaba el calor de las palabras mientras hablaba -. Pero es algo que solo descubres una única vez. Y de pronto desaparece y nunca más vuelves a percibirlo tan claro como en ese instante. Cuando te llegue lo sabrás, lo perderás y volverás a buscarte creyendo que sigues sin saber quién eres, incluso cuando llevas siéndolo toda la vida.


Una risa suave nació en mi interior. Noté su brazo vibrar sobre mi costado. Era eso lo que anhelaba cuando me alejaba de los lugares que había habitado durante años. La reflexión de un ente que vivía conmigo en las épocas oscuras, que acariciaba cada duda y la hacía desplomarse y que, finalmente, me tendía la mano cuando parecía estar sufriendo una combustión interior que me haría explotar. Era el ser, real o no, que creaba un equilibrio en mi mente.  No sabía si formaba parte de mí o no. Si lo había creado en algún momento de mi vida. Si era una inspiración ajena o si era un espejo de lo que yo esperaba alcanzar algún día. Solo comprendía que necesitaba ese punto de inflexión en el camino para seguir adelante. Cuando él estaba me encontraba, el arte fluía, las ideas corrían desperdigadas de un lado para otro. Incluso si anímicamente mi cuerpo pedía una reclusión, una sola conversación con él valía pasar por todo aquello y me sacaba a flote.


- Ojalá pudiera llevarte conmigo - susurré-. Ojalá pudiera encontrarte en mi realidad, bailaras conmigo y me recordaras que la "Esencia de las cosas" permanece en nosotros. Ojalá lo recordara aunque no estuvieras para murmurarlo. Pero no soy capaz.


No esperé respuesta. Supe que hacía rato que se había dormido. Me acurruqué contra él y disfruté de ese único instante. Sabía que no se repetiría. Sabía que al día siguiente no amanecería allí... pero que volvería. 

Siempre volvía.