lunes, 23 de febrero de 2015

Mejor no.

Mejor no regreses.
No mires el lugar donde he quedado.
No pienses en lo que ya ha pasado.

Mejor no hables.
No sientas que me has salvado.
No dañes más a un corazón desamparado.

Mejor no recuerdes.
No anheles este viaje inesperado.
No comentes a nadie lo que en su día fue sagrado.

Mejor no camines.
No alargues tu mano esperanzado.
No eches de menos un lugar abandonado.

Mejor cierra los ojos.
Mejor olvida lo acordado.
Mejor abraza las cosas nuevas que te han dado.


No preguntes.


Me haces daño.


Si te dieras cuenta de lo que has matado...

jueves, 19 de febrero de 2015

Erosión-----[La esencia de las cosas (III)]

Un paso y estaba dentro de nuevo. Aun con los muros semiderruidos, pude reconocer a la perfección las cuatro paredes que habían supuesto mi confinamiento durante tanto tiempo. 

No sé explicar exactamente qué sentía. Era una mezcla de anhelo y rechazo que me desconcertaba. Los primeros minutos de mi hallazgo, los dediqué a permanecer totalmente quieta y a escuchar el rugido del viento contra la piedra. Después me atreví a dar unos pasos más y a indagar en la zona más profunda de la sala, allí donde el techo aún permanecía intacto. La grava crujía bajo mis pies y me daba ganas de mirar a mis espaldas para no ser sorprendida por alguna entidad silenciosa. Sentí el frío clavarse en mis huesos. Lo ignoré. 

De frente a una pared, contemplaba anonadada las marcas que yo misma había dibujado en mi encierro. Garabatos que marcaban conversaciones, bailes, pensamientos y el propio tiempo. Pasé las yemas por las muescas, como si saludara a un viejo amigo. Suspiré. Había pasado tanto allí, que regresar hacía que pareciera que ni siquiera me había marchado. Me sumí en los recuerdos.

Cuando él habló, no me sobresalté, pues había estado siempre junto a mí.

-Te fuiste en verano- susurró a mi espalda.

-Me fui en verano- afirmé, mientras mis dedos señalaban la fecha exacta escarbada en la roca.

El viento volvió a escucharse junto a un silencio lleno de interrogantes. Él dio dos pasos hacia mí. Tendí la mano sin volverme. Sentí el alivio recorriéndome el brazo cuando noté sus dedos sobre mi palma. Dejé que la sensación de estar junto a él de nuevo me envenenara, porque su presencia representaba las dos caras del dolor. 

-¿Dónde has estado?- pregunté tratando de zafarme de las ideas.

-Esperando a que volvieras.

-Deberías de haber venido conmigo.

-Allí fuera no me necesitabas para nada.

Sus palabras rasgaron algo muy dentro de mí.  Quise girarme con brusquedad y decirle a gritos todo lo que pensaba, pero en vez de eso, tiré de él para mirarle a los ojos y le tomé la cara con suavidad hasta que quedamos a la misma altura. No sé cómo me salió la voz. 

-No tienes ni idea de lo que dices- él guardó silencio, escrutando la verdad en mis ojos. Casi pude ver las llamas asomándose a los suyos-. Ojalá me hubieras acompañado.

Me cogió las manos con lentitud y las apartó para zafarse de mi agarre, pero no me soltó, y eso era precisamente lo que yo habría querido en la eternidad. Hundió los dedos en mi pelo, como para cerciorarse de que era real, y me acarició la cabeza. Busqué su mano con la mejilla y cerré los ojos. Dolía. Él suspiró antes de preguntar.

-¿Por qué has vuelto a este lugar?

Medité unos segundos antes de responder. Detestaba mentir a quien lo sabía todo de mí.

-Necesitaba verlo de nuevo, pero...- miré a mi alrededor con tristeza. 

-Pero ha cambiado.

-Ha cambiado conmigo. Antes solo era una cárcel- observé la luz que entraba por los boquetes, el polvo que se mecía en los rayos de sol, las enredaderas trepando por doquier, los dibujos. Le observé a él y esbocé una sonrisa-, ahora es un lugar que posee belleza. Y una historia. La mía.

Noté que algo en él se calmaba. Tenía miedo por mí. La ternura me invadió. Él bajó las manos mientras sus ojos danzaban. Sabía que había muchas cosas que no nos habíamos dicho, pero eran tan evidentes que no hacía falta mencionarlas en voz alta. Nos adentramos en la habitación y en las palabras.

Unas horas más tarde, una puesta de sol reclamaba nuestra mirada. Sentados sobre una roca que en algún momento había formado parte de una celda sin salida, observábamos el fin de una nueva muesca sobre la pared. Antes de que la tierra se tragara el sol, supe que quería preguntarme algo.

-Dilo, dilo y bailemos una vez más- musité mientras disfrutaba, con los ojos cerrados, del calor de la luz.

Sé que a raíz de mis palabras, su pregunta cambió de forma.

-¿Será nuestro último baile?- dijo mientras yo escuchaba un "¿vas a volver?".

Sonreí con tristeza mientras acariciaba la piedra y el pasado, y respiraba profundamente.

-Este lugar forma parte de mí- hice una pausa, hasta que asimiló lo que significaba aquello-. Regresaré una y otra vez y veré cómo se despedaza y pierde la esencia de lo que era. Me marcharé pensando que ese será su fin, pero con los años miraré atrás y volveré a buscar su origen. Formularé preguntas que puede que hayan perdido su respuesta. Vagaré por la piedra destruida y me sentaré aquí mismo, junto a ti, y me preguntarás una y otra vez lo mismo. Yo siempre regresaré, porque no se puede dejar atrás lo que has sido, ni dónde has sido, ni con quién... 

Supe que estaba sonriendo. Le acaricié la cara, y me giré para mirarle.

-No abandoné este lugar huyendo, sino para encontrar otros paisajes distintos. Algunos me arañarán el alma como este, y otros la curarán y la harán más clara. Todos ellos formarán las imágenes que me representarán en el futuro. Los quiero todos, uno por uno, junto a mí. Incluso cuando en mucho tiempo mire atrás y se hayan convertido en cenizas. Te quiero a ti, que representas todas las caídas, todas las angustias, las desconexiones. Lo quiero todo...

-... o tu puzzle estará incompleto.

Me reí.

-Eso es. Tan incompleto que ni tú sabrás encontrarme de nuevo.

Nos miramos con complicidad. La oscuridad terminó por apoderarse de las ruinas. Sentí sus dedos alrededor de mi muñeca y la música imaginaria elevándome. Bailamos una vez más. Esta vez porque sí, simplemente porque queríamos hacerlo. Al final del día, ambos brindamos para que de cada uno de mis viajes, pudiera traer nuevos sentimientos que esbozar en el aire.




*La esencia de las cosas (I) http://garabatolvidado.blogspot.com.es/2013/10/aparecio-en-aquel-bar-de-mala-muerte-y.html
**Reconstrucción-----[La esencia de las cosas (II)] http://garabatolvidado.blogspot.com.es/2014/06/reconstruccion-la-esencia-de-las-cosas.html

jueves, 5 de febrero de 2015

Fresas con azúcar. Caca seria 2.0.

Nueva entrada. Estoy en otro atasco literario. Más que atasco es como un millón de ideas buenas estrellándose unas contra otras y formando miles de galaxias entre las que no quiero elegir. Como las otras veces que me ha ocurrido esto, he decidido abrir una página en blanco y garabatear mientras como fresas.

Hace un mes que no intentaba nada como esto. Odio las cribas que tengo que hacer para escoger una temática apropiada para un relato. Por eso a veces es mejor escribir sobre NADA y, al menos, sentir que el agobio que siento cuando ninguna idea se transforma en ALGO, disminuye.


Han pasado muchas cosas. Las más llamativas las escribo en un lugar paralelo para recordarme que estoy viviendo, y que a veces, los demonios también me llevan a mí. No puedo enseñaros ese rincón, pero está bien que sepáis que existe. Creo que siento todo demasiado fuerte, sobre todo cuando vivo épocas de encierro autoimpuesto para sacar adelante mis proyectos. Ahí es cuando siento todo en dimensiones universales, pienso de más y, si no lo escribo, no parece que ocurra nada en absoluto. Mi salud mental a veces me preocupa, aunque creo que está mejor que nunca. 


He aprendido sobre mí mucho, simplemente, hablando con gente nueva, gente que conoces por casualidad, gente con la que intercambias dos palabras. De todas las personas con las que me he cruzado en los últimos tiempos he sacado algo útil. He medido mis reacciones, he estudiado cómo me afectaban sus preguntas e incluso cómo cosas que había defendido durante mucho tiempo comenzaban a tomar otra forma o a parecerme ideas menos convincentes que anteriormente. 


Soy más consciente de mí misma. De los límites que tengo y de la gente con la que no quiero compartir cosas. En quién se puede confiar y qué cosas es necesario pulir con ayuda de terceros. Me gusta el cambio, al menos cómo percibo lo que soy ahora. No quiero que estas nuevas dimensiones afecten a lo que percibe el resto sobre mí. Creo que me siento contenta con mi parte social, incluso si esta es más reservada de lo que sería normal, porque aun siendo un poco piedra como era antes, era feliz con lo que podía dar, mostrar y hacer. Me sentía a gusto.


Sé que puedo llegar a estar orgullosa de mí. Nunca se puede alcanzar la perfección como ser humano, pero me gustaría pensar que en ningún momento voy a decepcionarme a mí misma y a traicionar mis principios pese a que las cosas se pongan difíciles. Que me convertiré en lo que quiero ser y siempre aspiraré a alcanzar la mejor versión de mí. Estoy en camino y creo que he escogido los atajos correctos incluso cuando ha habido gente dispuesta a imponerme los caminos que ellos creían mejores para mí. 


Seguiré informando al respecto. Quizás descubra nuevas cosas por estos lares.


Por ahora aquí os dejo otra entrada de esas que tiraría a la papelera... pero oye, que a quien tienen que servir es a mí, no a vosotros... y vaya si lo hacen.


Alba