viernes, 3 de octubre de 2014

El último ladrillo.

Dos hombres ataviados con gabardinas grises, se resguardaban bajo un paraguas al borde de una acera recién arreglada. El cemento relucía entre las grietas de los nuevos adoquines y se oscurecía con las gotas de lluvia que escupía el cielo. El único lugar que permanecía seco se encontraba a los pies de los dos señores, que mantenían su mirada imperturbable fija en la casa frente a la que se hallaban.

A través de los barrotes de la intimidante puerta principal que unas gárgolas custodiaban sobre unas columnas, observaban el movimiento de una melena rubia que comenzaba a oscurecerse poco a poco bajo la lluvia. La dueña de la casa se encontraba en el jardín, ajena a su público, ajena a que se estaba calando, ajena, simplemente, al universo. Arrodillada en el césped, cubierta de barro, golpeaba unas vallas blancas para terminar de fijarlas al suelo y cercar del todo el terreno. En el porche de la casona en la que estaba trabajando (la cual había comenzado a construirse hacía apenas dos meses), aun se veían latas de pintura, montones de ladrillos sin usar, sacos de yeso apilados frente a troncos de madera recién cortados y miles de herramientas que habían sido, en su mayoría, terminadas de utilizar.


-No creo que lo logre- comentó uno de los individuos mientras afilaba el extremo de su bigote.


-Va por buen camino- gruñó el de la derecha, espiando a través de unas diminutas gafas a la mujer.


La chica, efectivamente, no parecía percatarse de la lluvia, ni de sus vaqueros totalmente embarrados, ni de sus manos llenas de rasguños. El hombre la admiraba en secreto. Con el ceño fruncido y el labio inferior aprisionado entre los dientes, no se rendía con el martillo y los clavos. Cuando ancló bien una valla a otra, volvió al porche y cogió la brocha. Las paredes de fuera comenzaron a adquirir color a cada pincelada. La lluvia aguaba lo pintado y teñía los brazos de la muchacha con ríos arco iris. No le importaba.


-Está empeñada en acabar de construir la dichosa casa.


-Mansión.


-Casa.


-Mansión. Es una jodida mansión. Enorme. Sobrecogedora- el hombre del bigote arrugó la frente y negó con la cabeza. Fue a decir algo, pero su compañero fue más rápido-. Acéptalo de una maldita vez. Es la casa que nunca jamás en tu vida podrás tener.


El hombre se recolocó el sombrero de copa y bufó.


-Es imposible que la haya construido ella sola. Seguro que el interior es una birria.


-Estás celoso.


-¡No estoy celoso!


-Vimos ayer por la mañana el interior a través de los ventanales de la parte de atrás, y ambos estuvimos de acuerdo en que era una obra de arte. Hay casas preciosas que son un caos por dentro. Hay casas horribles cuyo interior concuerda perfectamente con lo que esperas al ver la fachada, y hay casas preciosas por dentro y por fuera. Y deberías admirar que una sola persona haya sido capaz de algo así. Todos desearíamos crear algo tan bello.  


-¡Pamplinas!


El individuo del bigote se vio impulsado fuera del paraguas. Se resguardó con toda la dignidad que le quedaba en su gabardina y se cruzó de brazos, comenzando a calarse él también.


-¡Vete al infierno!- su compañero no le miraba. Seguía con los ojos clavados en la muchacha. Le hizo un gesto con su mano libre para que se callara-. Eres lo peor. Me marcho al coche. Ahí te quedas. Congélate si quieres, pasmarote.


Ante el sonido de una puerta de automóvil cerrando de un portazo, el hombre que quedaba frente a las inmensas puertas de hierro suspiró. Se giró un momento para otear ambos lados de la acera. La noche se tendía sobre sus cabezas y nadie quería estar fuera de su casa. Cuando volvió a enfocar los jardines de la mansión, se encontró con unos ojos enormes observándole con una sonrisa tímida.


-Hola- dijo la muchacha a la que había estado espiando desde hacía meses. Apoyaba la cara entre dos barrotes y esbozaba la sonrisa más tímida y bonita que había visto jamás.


Apenas pudo balbucear unas palabras para responder.


-Voy a organizar una fiesta para inaugurar mi nueva casa- comentó con toda normalidad. Las gotas de lluvia rodaban por sus mejillas.


El hombre, sintiéndose un grosero todo seco bajo el paraguas, se acercó a la verja y trató de levantar el paraguas y pasarlo sobre ella para cubrir a la joven... pero algo se lo impidió. Una fuerza invisible impulsaba el objeto hacia atrás y hacía imposible completar la maniobra, como si las gárgolas de las columnas hubieran extendido una cúpula alrededor de toda la propiedad. Bajó el brazo con lentitud, extrañado. La muchacha miró hacia arriba y se sonrojó al comprender la intención del hombre.


-Disculpe- susurró desviando la mirada. Se encogió de hombros, como si todo su ser le pidiera perdón- aún no estoy lista para dejar que entren aquí.


Se inclinó un poco hacia la derecha, lo justo para ver el coche aparcado tras el hombre y el pasajero que, alucinado ante el hecho de ver a la joven hablando por primera vez, había vuelto a salir del coche y se apoyaba en la puerta de este, mesándose el bigote y observando a cierta distancia, casi con miedo, lo que sucedía.


-No-no-o tiene por qué disculparse. Este es su...- el individuo agitó la mano en busca de la palabra.


-¿Territorio?


-Imperio- dijo casi a la vez.


-Mi imperio- repitió la chica masticando la palabra. Sonrió- sí. Creo que me gusta.


Rebuscó en sus bolsillos y sacó un papel algo húmedo y arrugado.


-Tome, es la invitación oficial.


El hombre la tomó con sumo cuidado, tratando de no rozar la mano pequeña y blanquecina que había atravesado los barrotes para entregársela.


-¿Por qué... ? ¿Por qué estamos invitados?  ¿Por qué antes no...?


-Supongo que no es la primera vez que me visitan. ¿No es así?- el hombre asintió-. Creo que todo ser vivo que haya presenciado la construcción de mi nuevo hogar tiene derecho a visitarlo cuando le plazca. ¿No cree que es lo justo?


-Sí pero... ¿por qué ahora?


-¿Usted habría enseñado su obra medio derruida?


-No señorita.


-No es una buena idea mostrar algo inacabado, algo fragmentado, algo impropio de lo que en realidad se quiere enseñar. Mi "imperio" necesitaba una urgente reconstrucción y remodelación- la joven se dio la vuelta y observó la casa. Después, más para ella que para otra persona, susurró-. Creo que por fin está lista para abrir sus puertas. Y para dejar pasar a quien quiera entrar, ver y buscar respuestas.


-¿Respuestas?


La muchacha se giró de nuevo hacia el hombre.


-¿Cómo?


-Usted ha dicho...


-Ah, sí, sí- volvió a sonreír a modo de disculpa-. Respuestas. A veces la gente busca respuestas en las casas ajenas, ¿sabe? Antes no podrían haber encontrado nada en ésta. La había convertido en una especie de bunker. Pero ya no será necesario que la cúpula permanezca. Me he esforzado mucho. Está lista para ser mostrada.


Y sin despedirse, con aires misteriosos sin pretenderlo, volvió a internarse en la mansión y desapareció tras una puerta. El hombre, paralizado por la extraña situación, despertó de su ensoñación con un empujón de su gordo amigo.


-¿Qué te ha dado? ¿QUÉ TE HA DADO?


El papel que la joven le había entregado permanecía estrujado en su mano, como si no fuera con él.


-¡Ábrelo maldito estúpido! ¿A qué estás esperando?- se lo quitó de las manos.


El hombre, con movimientos lentos, sólo alcanzó a toquetearse las gafas mientras volvía a la realidad y enfocaba la vista hacia el papel que su acompañante desdoblaba.


"Quedan cordialmente invitados a la inauguración de mi nuevo hogar.

Su constante preocupación por el rumbo que tomaría mi proyecto les otorga un lugar de honor en este maravilloso día. Busquen las llaves de la entrada en los alrededores. Si miran con el corazón, no les será complicado hallarla. Cuando la encuentren, todas mis puertas estarán abiertas para ustedes. Sin excepción. Ha sido una reconstrucción lenta y paulatina, con altibajos en algunos periodos, pero al fin, creo que he logrado terminarla. 

Bienvenidos a este comienzo. Sobre todo, bienvenidos seáis los que ansiabais ver más allá de la fachada cuando observasteis cómo colocaba el primer armazón para los cimientos.


Atentamente: La emperatriz de La Torre de Marfil".



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