domingo, 11 de mayo de 2014

Máscaras invisibles.

Interrumpió su relato, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para continuar. Su interlocutor suspiró con cansancio.

-Estás nerviosa- afirmó sin apartar la mirada del horizonte-. Te pones nerviosa y nunca terminas de decir lo que quieres decirme.

Ella esbozó una sonrisa condescendiente. Sabía que él tenía razón.

-No es cierto- masculló, a pesar de todo.

Desde donde estaba situada, vio cómo él bajaba la cabeza y volvía a suspirar. Trataba de no echarse a reír y negar con la cabeza a partes iguales. Era un gesto que denotaba su desesperación unida a una inusitada tristeza. Vio cómo apoyaba los antebrazos en el alfeizar de la ventana y abría las manos hacia arriba. Rendición

<<"Lo sabe. Lo sabe todo. Es demasiado inteligente.>>

Mientras pensaba en ello, observó cómo se giraba hacia ella y se encogía de hombros. Cuando sus miradas se cruzaron, los de él tenían un matiz extraño. Una invitación silenciosa. El escrutinio de quien teme estar equivocado en sus cavilaciones. Se estaba replanteando la situación. Al comprender aquello, la joven estuvo a punto de perder la compostura... y bajó la mirada, incapaz de sostenerla más tiempo. El silencio filtró la respiración entrecortada del muchacho. Alivio.

<<"Con un solo gesto, le acabo de confirmar todas sus suposiciones".>>

Volvieron a mirarse una vez más antes de que ella saliera de la habitación, avergonzada, contrariada, sin mirar atrás. Se maldijo a sí misma varias veces. Al otro lado de la sala, un joven se mordía los labios para dejar de sonreír. Victoria, clamaba.